La pandemia del Covid-19 produjo cambios, aceleró tendencias y nos empujó a una comunicación remota sin espacio físico compartido, en la que el lenguaje no verbal está ausente o es más difícil de leer, dentro de un mundo donde la automatización e inteligencia artificial están volviendo obsoletos muchos empleos y prácticas tradicionales.
En este contexto se ha vuelto evidente que el conocimiento y experticia técnica no bastan por sí solos; que, para desarrollar nuestro potencial, influir o ser líderes, requerimos de habilidades blandas, emocionales y relacionales cuyo factor central es la comunicación. Contar con estas habilidades nos ayuda a clarificar malentendidos, resolver conflictos, trabajar colaborativamente, convencer a los demás, motivar equipos, alinear hacia objetivos comunes y fortalecer nuestras redes de relaciones; esenciales para adaptarse a nuevas realidades.